Hasta la entrada de la cueva, hay siete kilómetros. Y es imposible perforar las rocas para abrir una nueva.
"Aparentemente están bien de salud, son todos jóvenes y fuertes", informó la embajadora argentina en Tailandia, María Alicia Cuzzoni de Sonschein. Se refiere a los 12 chicos y su entrenador de fútbol que fueron encontrados después de nueve días en una cueva de ese país y cuyo operativo de rescate acaparó la atención mundial.
Los niños no están solos. La embajadora explicó que en el lugar hay soldados buceadores médicos y especialistas en salud, que fueron para analizar su estado físico. Les llevaron alimentos a través de un gel energético, para recuperar las fuerzas y minerales. También complejos vitamínicos, leche, tabletas con proteínas, medicinas para cualquier eventualidad y mantas para protegerse del frío.
Soldado tailandeses llevan provisiones mientras continúan las labores de rescate (EFE).
Los chicos entraron el 23 de junio, cuando todavía no había comenzado el monzón, la época de lluvias que arranca a fines de junio o principios de julio. Ellos ingresaron legalmente, porque las cuevas -que forman parte de un paquete turístico- cierran recién en julio por el mal tiempo. Pero el problema fue que con la llegada del agua, el lugar se empezó a inundar.
Respecto al operativo para rescatarlos, la embajadora contó al canal de noticias que "se continúa con el funcionamiento del drenaje del agua en la cueva". Y agregó que "donde están estos jóvenes es una zona un poco más arriba de donde estaban en un primer momento, y por eso se han refugiado en esa parte. El agua no ha llegado hasta ahí".
Volver nadando no es una opción posible, por la distancia y la complejidad. "Desde donde están hasta la entrada principal son aproximadamente 7 kilómetros. Y todo por agua", dijo la embajadora. Y agregó que "los niños deberían aprender a nadar y a bucear, lo cual es una cosa muy complicada por la respiración".
Respecto a la alternativa de cavar una nueva entrada, Cuzzoni de Sonschei explicó a TN que al principio se vio esa posibilidad, aunque de una manera menor, y se encontró que era muy difícil hacerlo porque son todas rocas. "Es un trabajo muy riesgoso y muy comprometido", señaló.
También se intentó poner cables subterráneos para que los niños se pudieran tener comunicación con sus familias, pero por problemas técnicos todavía no se pudo lograr.
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